A pocos metros de la plaza de Prim --uno de los rincones más encantadores de la ciudad--, tras una pequeña y frágil puerta, el Hort Indignat del Poblenou; uno de los huertos nacidos a partir de la fértil tierra del huerto que se plantó en la plaza de Catalunya durante la acampada del 15-M, que se distribuyó por toda la ciudad cuando se decidió llevar las asambleas a los barrios. El espacio okupado --propiedad de una entidad bancaria, según cuentan los vecinos-- presenta estos días un aspecto radiante. En dos años, se ha convertido en uno de los referentes de la ciudad, donde se han plantado patatas, habas, lechugas berenjenas, tomates, pepinos, coles y guisantes, por citar algunos ejemplos de lo cultivado en este trozo de campo a dos pasos de la Vila Olímpica.
Este pedazo rural en medio de la urbe es solo uno de los cerca de medio millar de huertos plantados en la capital, entre las decenas de bancales okupados, los 13 gestionados directamente por elAyuntamiento de Barcelona a través de Parques y Jardines y de su programa de huertos urbanos; los más de 200 dentro de escuelas, a través del programa Agenda 21 Escolar, y los ocho a punto de caramelo gestionados por entidades sociales dentro del Pla Buits.
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